Historia de nuestra Hermandad

 

Sus aspiraciones primitivas quedaban lejos, muy lejos, de la carrera oficial a la que llegó la hermandad de Palmeras el Miércoles Santo de 2012 por primera vez para llevar al resto de la ciudad el testimonio de fe que la ha mantenido erguida en su barrio durante sus cuarenta años de existencia. Las características de su entorno no daban pie a pensar en otra cosa distinta a «formar religiosamente» y colaborar con la parroquia de San Antonio María Claret en sus necesidades «administrativas, pastorales y asistenciales», como se recoge en los primeros estatutos de 1972.


Comenzaba un largo camino para la hermandad del Santísimo Cristo de la Piedad, única imagen a la que rendía culto en aquel tiempo, cuando se erigió como entidad con ánimo de revitalizar a un barrio entonces de casas portátiles. Auspiciada por cofrades de las Angustias y los Dolores, su primer hermano mayor fue José Luis Pulido, a quien dedicó junto al sacerdote Juan Márquez, principal valedor de la hermandad a lo largo de su historia (ambos fallecidos), la primera levantá en Las Tendillas.


Las peculiaridades del barrio condicionarán también su evolución lenta, irregular y dura que tirará por tierra muchas de sus iniciativas. Ya en la memoria del primer año se pone en evidencia la «problemática que presenta el barrio de cara a un apostolado» que la hermandad comienza con charlas y con la publicación de una hoja «parroquial cofradiera» que repartía entre los vecinos, con quienes colabora en conseguir trabajo.


Esta labor «callada» es la «más meritoria», recoge el mismo documento, por lo que el colectivo deja a un lado por el momento el interés por una estación de penitencia al modo de otras hermandades que, no obstante, no descarta de cara a un futuro. Las primeras procesiones se harán sólo con la imagen del Cristo de la Piedad en Via Crucis, aunque la cesión de un paso por parte de la iglesia de San Pablo permitirá dar mayor realce y hará posible la incorporación de una talla de la Virgen que cedía un convento para ir junto al Cristo.


La devoción que las imágenes provocaban en los vecinos durante la procesión, que se realizó durante muchos años el Viernes Santo, llevaron a la comunidad claretiana y a la hermandad a interesarse por contar con una imagen de la Santísima Virgen. Así, en 1983 entablan contacto con claretianos de Sevilla, que ceden de forma gratuita una imagen que se encontraba en la casa-capilla en la calle Doña Guiomar. La talla recibe el nombre de Nuestra Señora de la Esperanza y se incorpora al paso del Cristo, que va a ruedas y que durante esa década llega hasta Costa Sol, plaza por donde procesiona la Hermandad en su nuevo itinerario hacia la Carrera Oficial desde 2012.


Tras unos años, la imagen del Crucificado volverá a ser portado a hombros, dejando el paso para la Virgen, si bien con el tiempo la cofradía volvió a llevar a sus Titulares juntos, lo que a día de hoy se mantiene con la Virgen a los pies de su Hijo. Lo haría a ruedas todo el recorrido hasta que en 1991 introduzca la figura del costalero, que hoy se mantiene con cuadrillas de hombres y mujeres.

 

Esta década de los ochenta es la de mayor actividad y pujanza desde la fundación. En esos años la hermandad creará también una banda de cornetas, solicita al Ministerio de la Vivienda un local en el barrio como sede social e incluso el Obispado la anima a adherirse a la Agrupación de Cofradías. Sin embargo, todo tuvo que esperar. La difícil situación económica y la poca vida que a finales de los ochenta tiene la hermandad con excepción de la Cuaresma llevan a su asamblea de hermanos y a los claretianos en 1989 a suspender su actividad de manera temporal, si bien la procesión continuó celebrándose en los noventa, sólo por Parque Azahara, Electromecánicas, Las Palmeras y Miralbaida, e incluso en ese tiempo se crea otra banda, esta vez juvenil que, como la primera, se extinguió.


Fue posible gracias al empeño de la parroquia y de varios cofrades que, pese a todo, en 1999 optaron por no realizar estación de penitencia. Luis Maya, ex hermano mayor y actual capataz del paso, explica que el barrio consideró que había prioridades que, de conseguirse, reforzarían a la hermandad. Se logrará con las escuelas taller de textil y carpintería que solicitan y aprueba para Las Palmeras el INEM, orientadas a las necesidades de patrimonio de la hermandad, que reflota a partir de ese momento. A su finalización en 2003, varios vecinos crearán la cooperativa Clarettex, que junto a la escuela se ha encargado de confeccionar un simpecado, el bacalao, el estandarte fundacional, la bandera, el senatus, libro de reglas, túnicas y una saya para la Virgen. Por otro lado, la escuela de carpintería permitió reformar el paso, obra del escultor Castillo Ariza.


Es entonces cuando la idea de llegar a carrera oficial comienza a cobrar fuerza, aunque sin prisa. Antes de todo, la hermandad redacta unos estatutos nuevos en los que la Virgen recibe la advocación de Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra. El 14 de septiembre de 2000 el Obispado la erige canónicamente y, por fin, hace uso de su sede social que bendice el entonces obispo de la diócesis, monseñor Javier Martínez. En 2001, la hermandad se ingresa en la Agrupación.


A partir de ahí, los hermanos de la Piedad procesionan cada Martes Santo con la esperanza puesta en poder llegar al centro de Córdoba, como harán a partir del año 2012 por un camino largo y difícil como el que ha andado desde que se fundó el 21 de marzo de 1972.